EL
CEMENTERIO DE CUENCA
A
Antonio y Marirle Saura
Aquí
todo permanece quieto, rodeado de muros.
Pero cada brizna de hierba ha podido heredar un suspiro
y detrás de la verja permanece
lívida, una desolación indefinida.
Desde
las piedras miran fijamente los muertos
con rostros azules. El tiempo solo se muelle allí
sobre la curva del alma, tal vez sea allí un árbol
el álamo que rezuma sombra.
Ni estremecimiento,
ni brisa
infunde el corazón a su inquietud.
Lámparas definitivas se despiertan en Cuenca
cuando el día se marchita en las montañas.
Siente
la ceniza aún caliente de la luz contra la piel.
Con el oído junto al muro puede oír
a los muertos enterrando a sus muertos
y familias locas susurrando bajo los árboles.
Lasse
Söderberg
Poeta, crítico y traductor surco nacido en Estocolmo el 4 de
septiembre de 1931.
Versión de Justo Jorge Padrón
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