LA MUJER DEL BARCO DE LJUBLJANA
La mujer del barco de Ljubljana
sube al barco turístico todas las tardes
a la misma hora —las cinco y cuarto—
y da un paseo por el Ljubljanica.
sube al barco turístico todas las tardes
a la misma hora —las cinco y cuarto—
y da un paseo por el Ljubljanica.
La mujer recuerda el tiempo en que masticaba idiomas
ajenos
como caramelos pegajosos—
la gimnasia de las flores.
ajenos
como caramelos pegajosos—
la gimnasia de las flores.
Recuerda la ciudad en ruinas, los bombardeos que ya no
son,
entre turistas y franquicias. Un rostro amado
es siempre un rostro destruido.
Nadie habla de lo que se perdió,
pues es mejor que lo perdido se dé por perdido.
entre turistas y franquicias. Un rostro amado
es siempre un rostro destruido.
Nadie habla de lo que se perdió,
pues es mejor que lo perdido se dé por perdido.
Quizá el exilio no fue
sino amar otras ciudades —inevitablemente—:
un paseo en barca hablando a solas con las calles nuevas
de este templo en ruinas que amó
sino amar otras ciudades —inevitablemente—:
un paseo en barca hablando a solas con las calles nuevas
de este templo en ruinas que amó
y ya no reconoce.
Emily Roberts
Poeta y traductora española nacida en Ávila en 1991.
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