24 de noviembre de 2019

Hiroshima



ENCUENTRO CON HIROSHIMA

                                                                        a Kaoru Yasui
     Tierra, tierra muda.
Muda,
con la piel quemada, con el cuerpo desnudo,
perdón, Hiroshima...
Perdón por cada paso
que golpea una herida, abre una cicatriz...
Perdón por cada mirada,
que –aun acariciando– duele...
Perdón por cada palabra
que enturbia el aire donde buscas
a los niños,
los pueblos de criaturas perdidos para siempre.
Tumba
inexistente... Viento... viento... viento... viento...
Y sus voces, apenas resonando ahora,
más extinguidas día a día,
únicamente en el recuerdo...
¡Oh, cementerios
inexistentes... inexistentes...!
¡De quererlos llorar no se les puede estrechar en los brazos,
al menos una urna, una tumba tan solo...!

     ¿Dónde están tus pequeños, Hiroshima? Quizás
en el océano
de plata impasible...
Quizás en la infinita bóveda
del cielo...
O, acaso, en esta misma tierra.
que yo piso...

     Cada paso que doy lo doy con miedo...
Cada palmo de tierra
esconde un catafalco...
Es como si la tierra que yo piso
hubiera dado un grito: –¡Madre...!

     ¡Oh, concédeme alas, aire de esmalte,
para ser leve como tú, ganar altura,
y no hollar con mi paso alguna herida,
rasgar, angelical, el cielo con mi ala...!

     ... Mas, desde sus mil llagas, centelleando,
se me acerca Hiroshima,
se acerca, se curva dulcemente
y me hace señas:

     –Te ruego, ven, amigo,
y mira lo que fue,
y lo que es,
y cuenta...

Eugen Jebeleanu
Poeta rumano nacido en Câmpina el 24 de abril de 1911.
Murió en Bucarest el 21 de agosto de 1991.

Versión de Manuel Serrano Pérez

No hay comentarios:

Publicar un comentario