DE KADDISH
Para Naomi Ginsberg, 1894-1956
I
Es extraño pensar en ti ahora, lejos sin corsé ni ojos, mientras
camino por
el soleado pavimento de Greenwich Village
el centro de
Manhattan, luminoso mediodía de invierno, y me pasé toda la
noche hablando,
hablando, leyendo el Kaddish en voz alta, escuchando
los blues de Ray Charles
que gritan ciegos en el fonógrafo
el ritmo el
ritmo – y tu recuerdo en mi cabeza tres años después – Y leí las
triunfantes
estrofas finales del Adonais en voz alta – lloré, al darme cuenta
de cómo
sufrimos –
Y cómo la Muerte
es aquel remedio que todos los cantantes sueñan, cantan,
recuerdan, profetizan
como en el Himno Hebreo o en Libro Budista de
las Respuestas – y mi propia
imaginación de una hoja marchita – al
amanecer –
Soñando hacia
atrás por la vida, Tu tiempo – y el mío acelerando hacia el
Apocalipsis,
el momento final
– la flor ardiendo en el Día – y lo que viene después,
recordando la
mente misma que vio una ciudad norteamericana
a un flash de distancia, y
el gran sueño de Mí o de China o tú y una Rusia
fantasma o una cama arrugada
que nunca existió –
como un poema en la oscuridad – que huye de vuelta al
Olvido –
Nada más que decir y nada por lo que llorar sino los Seres en el Sueño,
atrapados
en su desaparición,
mientras suspiran y gritan en una compra y venta de
pedazos de fantasma,
venerándose los unos a los otros,
venerando al Dios involucrado en todo eso – ¿nostalgia o
inevitabilidad? –
mientras dura, una Visión – ¿algo más?
Salta a mi alrededor, cuando salgo y camino por la calle,
la miro por encima
del hombro, Séptima Avenida, las almenas de los
edificios de oficina
hombro con hombro altos, bajo una nube, por un instante
altos como el
cielo – y el cielo en lo alto – un viejo lugar azul.
por la Avenida
hacia el sur, hacia – mientras camino hacia el Lower East Side
– donde
caminabas tú hace 50 años, pequeña niñita – de Rusia, comiéndote
los primeros
tomates venenosos de Norteamérica – asustada en el muelle –
luchando luego
con las multitudes en Orchard Street ¿hacia qué? – hacia
Newark –
hacia la
confitería, las primeras sodas caseras del siglo, helado batido a mano
en la
trastienda sobre mohosos tablones café –
Hacia la
educación el matrimonio el colapso nervioso, la operación, la
escuela, aprender a estar loca, soñando – ¿qué es esta vida?
Hacia la Llave
en la ventana – y la gran Llave apoya su cabeza luminosa
sobre Manhattan y
sobre el suelo y se tiende en la vereda – en un solo
rayo, moviéndose, mientras
camino por la Primera hacia el Teatro Yiddish
– y el lugar de la pobreza
que conociste y
yo conozco, pero sin que me importe ahora – Es extraño
haberse movido por
Paterson y el Oeste y Europa y de nuevo aquí,
con los gritos
de los españoles ahora en los umbrales y muchachos oscuros
en la calle, salidas
de incendio viejas como tú
– Aunque tú ya
no eres vieja, eso se queda aquí conmigo –
Yo, de todas
formas, quizás tan viejo como el universo – y supongo que eso
muere con
nosotros – suficiente para cancelar todo el porvenir – Lo que
vino se fue para siempre cada vez.
Allen
Ginsberg
Poeta estadounidense, uno de los representantes más destacados de
la Generación
Beat. Nació en Paterson (Nueva Jersey) el 3 de junio 1926 y murió
en Nueva York
el 5 de abril de 1997.
Versión de Rodrigo Olavarría
(Fuente: A. Ginsberg, Kaddish y otros poemas, 1958-1960. Editorial Anagrama, Barcelona, 2014.)
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