6 de enero de 2021

Bruselas

Paisaje con la caída de Ícaro, pintura atribuida a Pieter Brueghel el Viejo. 
(Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique, Bruselas)

MUSÉE DES BEAUX-ARTS
(Bruselas)                                                                              

Acerca del dolor jamás se equivocaron
Los Antiguos Maestros. Y qué bien entendieron
Su función en el mundo. Cómo llega
Mientras alguno cena o abre la ventana
O nada más camina sin objeto.
Cómo, mientras los viejos aguardan reverentes
El milagroso Nacimiento, habrá siempre
Niños sin mayor interés en lo que ocurre,
Patinando
En el estanque helado a la orilla del bosque.

No olvidaron jamás
Que el eterno martirio ha de seguir su curso,
Irremediablemente, en sórdidos rincones,
Donde viven los perros su perra vida
Y la yegua del verdugo se rasca
Las inocentes grupas contra un árbol.

Por ejemplo, en el Ícaro de Brueghel:
Con qué serenidad
Todo parece lejos del desastre.
El labrador oyó seguramente
El rumor de las aguas y el grito inconsolable.
Pero el fracaso no lo conmovió:
Brillaba el sol como brilló en el cuerpo blanco
Al hundirse en las aguas verdes.

Y la elegante y delicada nave
Debió haber visto lo inaudito:
La caída de un niño que volaba.
Pero el barco tenía un destino
Y siguió navegando en calma.
                                                              
(1939)

W. H. Auden
Poeta británico nacionalizado estadounidense, nacido en York (Inglaterra)
el 21 de febrero de 1907. Murió en Viena el 29 de septiembre de 1973.

Versión de José Emilio Pacheco

(Fuente: A media voz.)

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