CUANDO DIGO PARÍS
Cuando digo París no
estoy hablando de las fotos que duermen en los álbumes del sótano, aunque tras
las persianas del recuerdo naveguen los colores
de la noche como cristales que lentamente se van deshilachando sobre un cojín de
nostalgia
bordado con caricias y notas musicales.
Cuando digo París no
hablo de pasos misteriosos y prófugos resonando
a una orilla de la calle, ni de la sombra añil que deja una lágrima rodante, ni del
labio-trasluz detenido en el tiempo por el furtivo impacto de unos besos cuyos
ecos van rebotando y multiplicando su reflejo por todas las esquinas en penumbra.
(Sé que cuando tú dices
París es la voz de una melodía no inventada, es
el empedrado irregular y las riberas del Sena, es el amanecer en plena noche y la
risa, la colosal estatura de los edificios, la insólita música de las piedras, la fuente
helada de Versalles, la verificación de un sueño...)
Pero si yo digo París te
estoy nombrando. Cuando digo París hablo de
ti y de los puentes, sobre todo de ti y de los puentes y de una isla; y en esa isla,
unos
pies parados en el infinito, allí parados y mirando eternamente hacia la mole indescriptible,
hacia las torres que esperan, hacia la inmensa soledad de un reloj
que nunca se detiene.
Sergio Borao Llop
Poeta español nacido en Mallén (Zaragoza) el 25 de diciembre de 1960.
(Foto © Avalon Water Ways)
(Foto © Avalon Water Ways)
Excelso como siempre. Letras 1ue conmueven.
ResponderEliminarAbrazos.
Si digo París, veo sus luces rutilantes haciendo días las noches, el encanto de su estampa seductora, un Sena o el Loira bañados de luna. Si digo París supongo a Cortázar, su cigarro entre los labios, lápiz y papel, su mirada soñadora pensando en la Maga... Pero París lo dices tú Sergio y cómo! Impacta en el poema quien de los dos grita París y bailan los ojos, las voces, el entorno y el perfume natural de cada uno. Si dicen París, se nombran... Una ternura! Me encantó! Gracias inmenso poeta. Saludos cordiales
ResponderEliminarGracias a ti, Ana. París, creo, es una de esas ciudades que no nos deja indiferentes. Largo es el censo de escritores perdidos en esa magia. Y también, supongo, quienes jamás han escrito una línea pero no por ello dejan de extasiarse ante la contemplación del lugar. Un abrazo.
Eliminar