RETORNO A CRACOVIA EN 1880
Así
pues, he vuelto aquí desde las grandes capitales,
A esta pequeña ciudad en una cuenca bajo la colina de la catedral
Con su panteón real. A la plaza bajo la torre
Desde donde la penetrante voz de la trompeta anuncia el mediodía
Y se interrumpe porque de nuevo una flecha tártara atraviesa al trompetista.
Y las palomas. Y los pañuelos abigarrados de las vendedoras de flores,
Y la gente conversando ante el portal gótico de la iglesia.
Han llegado mis maletas con libros, esta vez para siempre.
Del día laborioso solo sé que existió, las caras son
Más pálidas en la memoria que en los daguerrotipos.
Ya no tengo que sentarme por la mañana ante las cartas y los informes
Porque otros lo harán por mí, siempre con la misma esperanza
Que, como se sabe, será inútil a pesar de que se le dedique toda una vida.
Mi país ya se quedará así, un pasillo lateral de imperios,
Un sueño provinciano que se salva de las humillaciones.
Golpeando con el bastón hago mi paseo matutino:
En el lugar de la gente vieja de nuevo hay gente vieja,
Por donde pasaban las chicas con frufrú de las faldas
Pasan otras de la misma manera, orgullosas de su belleza.
Y los niños hacen rodar aros desde hace al menos medio siglo.
El zapatero en un sótano levanta la mirada,
Me cruzo con un jorobado y su lamento interno
Y con una dama, gorda imagen de los siete pecados capitales.
Así que la tierra perdura con cada pequeño detalle
Y con las irreversibles vidas de los hombres.
Y es para mí un consuelo. ¿Perder? ¿Ganar?
Y para qué, si igualmente el mundo nos olvidará.
A esta pequeña ciudad en una cuenca bajo la colina de la catedral
Con su panteón real. A la plaza bajo la torre
Desde donde la penetrante voz de la trompeta anuncia el mediodía
Y se interrumpe porque de nuevo una flecha tártara atraviesa al trompetista.
Y las palomas. Y los pañuelos abigarrados de las vendedoras de flores,
Y la gente conversando ante el portal gótico de la iglesia.
Han llegado mis maletas con libros, esta vez para siempre.
Del día laborioso solo sé que existió, las caras son
Más pálidas en la memoria que en los daguerrotipos.
Ya no tengo que sentarme por la mañana ante las cartas y los informes
Porque otros lo harán por mí, siempre con la misma esperanza
Que, como se sabe, será inútil a pesar de que se le dedique toda una vida.
Mi país ya se quedará así, un pasillo lateral de imperios,
Un sueño provinciano que se salva de las humillaciones.
Golpeando con el bastón hago mi paseo matutino:
En el lugar de la gente vieja de nuevo hay gente vieja,
Por donde pasaban las chicas con frufrú de las faldas
Pasan otras de la misma manera, orgullosas de su belleza.
Y los niños hacen rodar aros desde hace al menos medio siglo.
El zapatero en un sótano levanta la mirada,
Me cruzo con un jorobado y su lamento interno
Y con una dama, gorda imagen de los siete pecados capitales.
Así que la tierra perdura con cada pequeño detalle
Y con las irreversibles vidas de los hombres.
Y es para mí un consuelo. ¿Perder? ¿Ganar?
Y para qué, si igualmente el mundo nos olvidará.
Czesław Miłosz
Poeta, ensayista y traductor polaco, nacido en Šeteniai (Szetejnie, en polaco),
Poeta, ensayista y traductor polaco, nacido en Šeteniai (Szetejnie, en polaco),
Lituania, el 30 de junio de 1911. Murió en Cracovia el 14 de agosto de 2004.
En 1980 le
fue otorgado el premio Nobel de Literatura.
Versión de Xavier Farré
(Fuente: Czesław Miłosz, Tierra inalcanzable. Antología poética a cargo de Xavier Farré.
Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2011.)
Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2011.)
(Foto ©
TomasSerena)
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