PARA LISBOA
Anclado en el muelle de la ciudad donde aún no he estado, traigo esa sonrisa de los primeros días, cuando descubrí que las palabras parecían ojos rasgados, frente a la oscuridad de la noche.
Contemplo el resplandor de las aguas con ese brillo de las escamas cuando los rayos del sol son astillas e impactan en diagonal, y los reflejos son fuegos breves sobre las tumbas de un cementerio abandonado.
Anclado en el muelle de la ciudad, me pertenecen todos los viajes con las manos en los bolsillos y mi mirada se desborda más allá de la línea del horizonte. El mar llega hasta aquí, mezclado con el lento fluir del río, así como yo me revuelvo en las profundidades de las cordilleras fangosas trayendo, desde el Este, los secretos de las raíces que la tierra amamantó.
Anclado en el muelle de la ciudad, cuyo nombre desconozco, a la hora del atardecer me pongo a mirar como si la ola de oscuridad me estuviera enviando señales de muerte a través del portal entreabierto de la noche; aquí está el río, en su aliento de melancolía y de secreto, tras la dramática apoteosis de la puesta del sol.
Manuel Neto dos Santos
Poeta
y traductor portugués, nacido en Alcantarilha (Silves, Algarve) el 21 de enero
de 1959.
Versión del autor
(Foto © Fidex2020)
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