Interior de la casa de Francesco Petrarca en Arquà.
VISITA A LA CASA DE PETRARCA
Un amigo me invita a
la casa de Petrarca.
Es en Arquà, cerca de
Padua, en una villa del Duecento
con frescos que
celebran
las virtudes
de Safo y de
Cleopatra.
Me aturden las
clepsidras metódicas del tiempo,
la bóveda de
arena
que me lleva
hasta la muerte de
Laura.
Canciones con laureles
y tiaras de diamantes.
Caminos espinosos y
sinceros.
Chicas blancas y frías
como el mármol
de angélicos cabellos
sin agua oxigenada.
Amores con un
alma
en dos cuerpos
repartida.
¿Qué puedo hacer en
ese huerto?
¿Ir a poner mi flor en
su ventana?
¿Acariciar los muros
desde afuera?
¿Hacer una pulsera con
todos mis fracasos?
Iré como quien busca
fósiles de focas prehistóricas,
estudia dinosaurios o
ballenas,
saca fotos a
esqueletos de tortugas.
A aspirar el perfume
de cosas extinguidas.
Qué habría hecho
Petrarca de un amor como el mío.
Cómo habría
cantado
un amor como el
nuestro.
Marisa Martínez Pérsico
Poeta argentina, nacida en Lomas de Zamora (Buenos Aires) en 1978.
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