Visitantes del Museo del Louvre ante la Monna Lisa de Leonardo.
(Foto © Sozcu)
GARE D’AUSTERLITZ
Arden las plantas de los pies
después de caminar
muchos kilómetros, trepar y trepar por escaleras
hasta la sonrisa de Monna Lisa, las nieblas de Monet,
el desayuno de Manet sobre la hierba, donde
se ve a una mujer que siente frío –¡y debe
de temer a los mosquitos!–, Gauguin, Cézanne,
Degas, sus bailarinas y sus bañistas, desnudas
algunas, otras tiritando, azules, bajo un leve tul,
las muchachas de Toulouse-Lautrec que se ofrecen
alegremente en la rue Voltaire, aunque ahora
en torno a Saint-Denis las que pululen sean negras,
son otros tiempos, estas conversan a través de
teléfonos móviles y acarician, distraídas, las
cabezas calvas de Rodin, no tengo tiempo, he
de hacer otras cosas, en la plaza de Verlaine
Verlaine no está, una multitud abigarrada pasa
raudamente ante Franciabigio, que con sus
ojos apresurados hacia el futuro pudo prever
cómo del firmamento azul, a sus espaldas,
surgiría algo nuevo y cómo Courbet, en el sótano,
después de haber levantado apenas veinte
centímetros la ropa de un cuerpo anónimo,
era capaz de seguir balbuciendo sin pudor:
esto sí, esto sí que es el origen del mundo.
muchos kilómetros, trepar y trepar por escaleras
hasta la sonrisa de Monna Lisa, las nieblas de Monet,
el desayuno de Manet sobre la hierba, donde
se ve a una mujer que siente frío –¡y debe
de temer a los mosquitos!–, Gauguin, Cézanne,
Degas, sus bailarinas y sus bañistas, desnudas
algunas, otras tiritando, azules, bajo un leve tul,
las muchachas de Toulouse-Lautrec que se ofrecen
alegremente en la rue Voltaire, aunque ahora
en torno a Saint-Denis las que pululen sean negras,
son otros tiempos, estas conversan a través de
teléfonos móviles y acarician, distraídas, las
cabezas calvas de Rodin, no tengo tiempo, he
de hacer otras cosas, en la plaza de Verlaine
Verlaine no está, una multitud abigarrada pasa
raudamente ante Franciabigio, que con sus
ojos apresurados hacia el futuro pudo prever
cómo del firmamento azul, a sus espaldas,
surgiría algo nuevo y cómo Courbet, en el sótano,
después de haber levantado apenas veinte
centímetros la ropa de un cuerpo anónimo,
era capaz de seguir balbuciendo sin pudor:
esto sí, esto sí que es el origen del mundo.
Jüri Talvet
Poeta, ensayista, hispanista y traductor estonio, nacido en Pärnu el 17 de diciembre de 1945.
Poeta, ensayista, hispanista y traductor estonio, nacido en Pärnu el 17 de diciembre de 1945.
Versión
de Albert Lázaro-Tinaut, revisada por el autor
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