16 de marzo de 2020

Venecia

El León de San Marcos sobre la Porta della Carta del Palacio Ducal.
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)


LA BAIGNEUSE

Quién sabe si fue vida o no fue vida,
pero me ilumina en la estrecha orilla
un reflejo bruñido de agua hendida,
una barca, un romo arado, labra el canal
y yace la ciudad, desde los puentes
hasta las techumbres goteantes
como un fruto partido en dos

sobre el cristal fangoso. Frescas encrespaduras
(mejor diría silencio) baten con terquedad
la orilla. Una ola arrolla un anónimo jirón
de laguna. Celestes telas cortan sesgadamente
ladrillos mohecidos. Oscurece el color,
y está Guardi en la retina, espetado por el viento.

Calli, campi, campielli. Una piedra atezada,
en las arcadas, un húmedo carácter lagunar,
cielos de rancios siglos. Una Clío cegada
no percibió estos muros, ajados por los limos,
agua alta y gravedad terrestre. Los cimientos
se hunden sin apremio en el quieto elemento

y la ciudad vadea el espacio. Sube hasta las calles
de fachadas de mármol, con vahos de podredumbre
y malolientes légamos, una cálida espuma de mar,
y en lo alto, donde apenas alcanza la mirada,
un león blanco con el más sabio de los libros,
henchido de compasión por los muertos y los vivos,

mas la revelación le es confiada a él, y no a nosotros,
aquella a la que obedece la duración del tiempo
y de todas las formas, del ángel al trilobites,
y la concha incrustada y ahusada en el frontón,
y la isla, donde la hierba recubrió los huesos
en espera de la mañana sin alba del Señor.

El siroco raspa los resquicios de los muros. Oculta
el rostro tras una máscara (un rostro que no es), arroja
la acritud oscura de la cúpula y el cobre de las veletas.
Nada la ciudad en el fondo primigenio, donde reina
una fauna acuórea y viscosa:
rayas, platijas, ascidiáceos, frutti di mare.

Una copa de vino, al anochecer, en la taberna.
Más allá de la plaza, el monocromo e inclemente
abismo, que resiste en las tinieblas de los párpados,
arca nupcial, templo anguloso; las campanadas
sobrecogen la cúpula, y la mano asida a otra mano,
tensa, es capaz de aniquilar al dolor y al tiempo.

Tomas Venclova
Poeta, prosista y traductor lituano nacido en Klaipėda el 11 de septiembre de 1937.

Versión de Pietro U. Dini y Albert Lázaro-Tinaut

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