SAN ONOFRE,
CALIFORNIA
Hemos llegado hasta el sur.
Del otro lado, las más viejas
estarán pelando habas sobre sus chales negros,
Portillo tallando su nombre
en las paredes, entre las delgadas cintas
de pis, chicos jugando con barro.
Si siguiéramos, podríamos parar
en la calle en el lugar exacto
donde alguien desapareció
y escuchar el ¡Acompáñenos!
Si eso pasara, viviríamos
nuestras vidas con las manos
atadas. Por eso sentimos
que es suficiente con escuchar
al viento mecer los limones,
a los perros repiquetear en las terrazas,
sabiendo que mientras los pájaros y el clima más cálido
están siempre yendo hacia el norte,
los gritos de los que desaparecen
pueden tardar años en llegar hasta aquí.
Del otro lado, las más viejas
estarán pelando habas sobre sus chales negros,
Portillo tallando su nombre
en las paredes, entre las delgadas cintas
de pis, chicos jugando con barro.
Si siguiéramos, podríamos parar
en la calle en el lugar exacto
donde alguien desapareció
y escuchar el ¡Acompáñenos!
Si eso pasara, viviríamos
nuestras vidas con las manos
atadas. Por eso sentimos
que es suficiente con escuchar
al viento mecer los limones,
a los perros repiquetear en las terrazas,
sabiendo que mientras los pájaros y el clima más cálido
están siempre yendo hacia el norte,
los gritos de los que desaparecen
pueden tardar años en llegar hasta aquí.
Carolyn Forché
Poeta y traductora estadounidense, nacida en Detroit en 1950.
Poeta y traductora estadounidense, nacida en Detroit en 1950.
Versión de Gabriela Bilevich
(Fuente: De la nieve, los pájaros. Poesía de mujeres norteamericanas. RIL editores, Santiago de Chile, 2010.)
(Foto © Emily Mancini)
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