Los primeros tranvías de Bogotá, en 1894.
A BOGOTÁ
I
¡Oh
mi ciudad querida, hoy tan lejana
y tan inaccesible a mi deseo,
que al evocarte en mi memoria creo
que fuiste un sueño de mi edad temprana!
Te
evoco así, como a quimera vana,
y al evocarte, sin cesar te veo
resplandecer bajo el ardor febeo
resplandecer bajo el ardor febeo
sobre la gran quietud de la sabana.
Y
al pensar que en ti van, hora tras hora,
sucumbiendo los seres que amé tanto
y que la tierra sin cesar devora,
surges
bajo la nube de mi llanto,
no como ayer: alegre y tentadora,
sino como un inmenso camposanto.
sino como un inmenso camposanto.
II
¡Oh
mi bella ciudad! Cómo en tu seno
vibró mi ser y aleteó mi rima
cuando en tu corazón hallé la cima
cuando en tu corazón hallé la cima
que asalta el rayo y que apostrofa el
trueno.
Te
poseí bajo tu azul sereno,
entre el halago dulce de tu clima,
y te ofrendé mi juventud opima
y te ofrendé mi juventud opima
con tanto ahínco y con amor tan pleno,
que
en las tinieblas de tus noches frías
y hasta en tus más recónditos rincones
deben sonar, cual ecos de otros días:
deben sonar, cual ecos de otros días:
los
sollozos de todas mis canciones,
los estruendos de todas mis orgías
y los gritos de todas mis pasiones!
y los gritos de todas mis pasiones!
Julio
Flórez
Poeta
colombiano, nacido en Chiquinquirá (Boyacá) el 22 de mayo de 1867.
Murió en Usiacurí (Atlántico) el 7
de febrero de 1923.
No hay comentarios:
Publicar un comentario