AMOR EN AGRIGENTO
(Empedócles en Akragas)
Es la hora del
regreso de las cosas,
cuando el campo
y el mar se cubren de una sombra lenta
y los templos
se desvanecen, foscos, en el espacio;
tiemblan mis
pasos en esta isla misteriosa.
Yo te recuerdo,
con más hermosura tú
que las divinidades
que aquí fueron adoradas;
con más
espíritu tú, pues que vives.
Hay una
angustia en el corazón
porque te ama,
y estas viejas
columnas nada explican:
Unos ardientes
ojos, cierta vez, miraron esta tierra
y descubrieron
orígenes diversos en las cosas,
y advirtieron
que espíritus opuestos los enlazaban
para que
hubiese cambio, y así explicar la vida.
Esta tarde, con los ojos profundos, he
descubierto la intimidad del mundo:
Con solo aquel
principio, el que albergaba el pecho,
extendí la
mirada sobre el valle;
mas pide el
universo para existir el odio y el dolor,
pues al mirar
el movimiento creado de las cosas
las vi que, en
un momento, se extinguían,
y en las cosas
el hombre.
La ciudad, elevada,
se ha encendido,
y oyen los
vivos largos ladridos por el campo:
este es el
tránsito de la muerte, confundiéndose con la vida.
Estas piedras
más nobles, que solo el tiempo las tocara,
no han
alcanzado aún el esplendor de tu cabello
y ellas, más
lentas, sufren también el paso inexorable.
Yo sé por ti
que vivo en desmesura,
y este fuerte
dolor de la existencia
humilla al
pensamiento.
Hoy repugna al
espíritu
tanta belleza
misteriosa, tanto reposo dulce, tanto engaño.
Esta ciudad
será un bello lugar para esperar la nada
si el corazón
alienta ya con frío,
contemplar la
caída de los días,
desvanecer la
carne.
Mas hoy, junto
a los templos de los dioses,
miro caer en
tierra el negro cielo
y siento que es
mi vida quien aturde a la muerte.
Francisco
Brines
Poeta español nacido en Oliva (Valencia) el 22 de enero de 1932. Murió en Gandía
el 20 de mayo de 2021.
el 20 de mayo de 2021.
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