El tren arranca lentamente... El
pueblo viejo
tiene en sus grandes casas, sucias y silenciosas,
una opaca, doliente y suave claridad,
perdido entre las gasas azules de la aurora...
tiene en sus grandes casas, sucias y silenciosas,
una opaca, doliente y suave claridad,
perdido entre las gasas azules de la aurora...
Se ven calles sin nadie, con las
puertas cerradas,
un reloj da una hora desierta y melancólica,
y, en una pared última, cerca del llano verde,
vacila, polvorienta, una triste farola...
un reloj da una hora desierta y melancólica,
y, en una pared última, cerca del llano verde,
vacila, polvorienta, una triste farola...
Llovizna... Algunas gotas mueren en
el cristal...
Los molinos de viento son vagamente rosas...
Huye más el paisaje... y la ciudad se pierde
allá en el campo inmensos, que un sol difícil dora...
Los molinos de viento son vagamente rosas...
Huye más el paisaje... y la ciudad se pierde
allá en el campo inmensos, que un sol difícil dora...
Juan Ramón
Jiménez
(Moguer,
Huelva, 23 de diciembre de 1881 - San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958).
No hay comentarios:
Publicar un comentario